Hay que estar alerta y vigilar el corazón para transferir el fuego del plexo solar al centro cardíaco. Amar como lo hacen los Grandes Seres, con amor puro, que no exige recompensa; con amor impersonal, que se regocija cuando hay respuesta, pero no la espera, y ama constante, silenciosa y profundamente, a través de las aparentes divergencias, con la seguridad de que cuando todos hayan encontrado el camino hacia el hogar, comprenderán que ese hogar es el lugar de unificación.
Prepárense para la soledad. Cuando el estudiante se desliga de todo lo que concierne a sus cuerpos físico, astral y mental y se centraliza en el Cristo, sobreviene una separación temporaria que debe soportar y trascender y lo conduce posteriormente a establecer un vínculo más estrecho con todos los que están asociados con él, debido al karma contraído en vidas pasadas, al trabajo grupal y a la actividad desplegada por el discípulo.
Cuando el amor a todos los seres, sin tener en cuenta quiénes son, comienza a ser una realidad en el corazón del discípulo y, al mismo tiempo, el amor a sí mismo no existe, indica que se está acercando al “Portal de la Iniciación”. Si no le importa el sufrimiento y el dolor del “yo inferior”, si le resulta indiferente ser feliz o no, si el único propósito de su vida es servir y salvar al mundo y si las necesidades del prójimo son para él de mayor importancia que las propias, recién entonces el fuego del amor irradia de su ser y el mundo podrá sentirse confortado ante sus pies. Este amor debe ser una manifestación probada y práctica y no sólo una teoría ni simplemente un ideal impracticable y un sentimiento grato, sino algo surgido de las experiencias y pruebas de la vida, de tal modo que el primer impulso de la vida sea el auto-sacrificio y la inmolación de la naturaleza inferior.
El Amor no es emoción o sentimiento, ni está relacionado con la sensación, que es una distorsión del verdadero amor, es la determinación fija de hacer lo mejor para toda la humanidad o el grupo y a cualquier precio personal, por medio del supremo sacrificio. Sólo quienes aman verdaderamente a sus semejantes pueden ver las cosas con claridad y captar la inevitabilidad de lo que debe hacerse para dar fin al actual gobierno de terror e introducir el nuevo gobierno de paz.
Por el Maestro “Djwal Khul”, El Tibetano
Selección y adaptación Rubén Cedeño