Participar con todos es la máxima conciencia sobre el comportamiento religioso, porque “religión” quiere decir RE-LIGAR, unir. Sólo en la no-fragmentación y la no-calificación que separa podemos ser verdaderamente religiosos. La mayor expresión de religiosidad es ser incluyentes y disolver las paredes que nos separan de los demás. Al no definirte, no te separas, y al no separarte, eres completamente religioso.
Las palabras que definen las cosas y los hechos, no son las cosas ni los hechos a lo que ellas se refieren. El hecho de que alguien se defina de una religión, grupo, determinada conducta espiritual, que todas son fragmentación, no hace a ese ser expresión de lo que él defina: Bueno es no definirse e irradiar lo que se Es, porque ser verdaderamente religioso, siendo de cualquier religión, puede conducirnos a la totalidad si ponemos en práctica contundentemente el AMOR que todas estas formas predican.
Se puede vivir religiosamente sin estar en ninguna “religión organizada” o dentro de ella, da igual. Lo importante es vivir religiosamente y esto es “unitivamente”, y no fragmentado. Fundar un grupo supuestamente espiritual y extenderle un acta, puede significar una fragmentación, si esto se usa para diferenciarse de los no fundados. Todo certificado carece de valor, cuando se usa para identificarse, diferenciarse, separarse y ser diferentes a los de los otros grupos.
Al ser profundamente religiosos somos compasivos, que no implica pertenecer a alguna religión en específico, sino asumir la actitud que esta palabra envuelve que es religar. Religar es ligarnos con la humanidad a la que pertenecemos y dejar de ser fragmentados y separatistas. Religarnos con el medio ambiente que nos rodea para que podamos aprender de él, sin el obstáculo de las divisiones políticas, religiosas, sociales, nacionalistas y de otras múltiples índoles.
Cuando pensamos en el mundo, en ese mundo que deseamos unir, ayudar y educar muchas veces, es un mundo imaginado por nuestra mente, una idea que no trasciende más allá de nuestro “yo personal”. El mundo somos nosotros, la familia, los vecinos, los conciudadanos. Ese mundo inmediato, cercano a nosotros es al que tenemos que favorecer.
DIOS
Dios es realidad, la palabra para designarlo es un concepto de la mente, que para cada cual es distinto, y para muchos es una mentira. La realidad de lo que es Dios trasciende la palabra que lo identifica, aunque esa palabra forma parte de lo que es Dios. Dios es ese Todo que está en cada parte y en ninguna particularmente, aunque en todas a la vez. Cada vez que a DIOS se le quiere atrapar y definir en un solo sitio, en un concepto, una religión, “Él” escapa.
Lo llamado Dios, a lo que más se parece, es a la NO CALIFICACIÓN, a la no definición, y que se identifica como “AQUELLO de lo que nada puede decirse”. Todo y nada al mismo tiempo. El nombre propio de Dios es mentira. Todo nombre obedece a una limitación fonética, sonora, idiomática y racial dentro del tiempo y del espacio y Dios “AQUELLO” es libre, todo y nada a la vez, VACÍO y PLENITUD al mismo tiempo.
Esto se refiere a que cuando el Cristo de una persona está despierto es un estandarte alzado para todas las personas, que todo el mundo buscará el despertar de la Chispa Divina y, en esta condición, no habrá problemas y todo el mundo vivirá gloriosamente feliz.
Por Rubén Cedeño