Siempre que voy con mis estudiantes a Belén llevo mi corazón rebosante de la alegría de enseñarle a todos el lugar donde Jesús nació. La alegría más grande de todas es enseñarle a alguien que el Mesías esperado está dentro del corazón, dispuesto a darnos salud, prosperidad, felicidad, sabiduría, Buena Voluntad y afecto. Siempre y cuando lo contactemos y se lo pidamos.
Entre calle y calle se llega a la “Basílica de la Natividad” de Jesús. Nada de lo externo como los atentados y divisiones humanas altera la belleza, el encanto del lugar del nacimiento de Jesús. Así es nuestra realidad. Escondido en nuestro corazón y rodeado externamente de fragmentación, odio, agresión y obscuridad se encuentra imperturbable el lugar del nacimiento de nuestro Mesías Interior.
Rubén Cedeño en Belén, en el lugar del Nacimiento de Jesús
BASÍLICA DE LA NATIVIDAD
Todo en Belén es blanco, las colinas, las casas, la tierra y hasta el polvo con que uno se ensucia. La Basílica de la Natividad está entre altos muros, encerrando un triple convento: Franciscano, Griego y Armenio. Esos muros de la Basílica de la Natividad recuerdan los muros de separación, división, fragmentación, negatividades que se ponen con la mente y sentimientos para que la verdadera “Luz del Interior” no se manifieste.
La entrada a la Basílica de la Natividad es muy pequeña, se llama el “Ojo de la Aguja” y hay que doblarse inclinándose para poder pasar, al igual que para entrar en la Cámara del Rey de la Gran Pirámide en Egipto. Para poder encontrar nuestro “Ser Interno” en la gruta de nuestro corazón, es necesario inclinar la cabeza, desenvolver la humildad y mirar solamente hacia adentro de uno mismo. Con ansias de conquistar espiritualmente a los demás, orgullo de ser más espiritual que otros, anhelos de poder sobre la gente, dominio y prepotencia es casi imposible que podamos penetrar verdaderamente en la gruta de nuestro corazón. Aunque seamos religiosos, tengamos editoriales espirituales, demos clases de metafísica, dirijamos páginas web que las lee todo el mundo, si no bajamos la cabeza ante el poder inminente de nuestro Cristo Interior, no lo vamos a contactar.
La “Gruta de la Natividad” se encuentra al final de una bellísima Basílica Bizantina mandada a construir por el Emperador Constantino. Bajando una escalera, bajo el ábside central de la iglesia está la Gruta donde nació Jesús hace dos mil años, y en el sitio donde tuvo lugar el nacimiento, hay una estrella de plata de catorce puntas con una inscripción que dice: “Hic de Virgine Maria Jesús Christus natus est.” que quiere decir: “Aquí nació Jesús Cristo de María la Virgen”.
El ambiente es oscuro y la gruta también, pero no da mala impresión ni tristeza. Veamos lo que dice la Señora A.D.K. Luk en su libro “Vida y Enseñanza de Jesús y María”: “Era cerca del ocaso cuando entraron a la cueva. Se dice que José fue a buscar una partera y encontró a una mujer mayor, hebrea, que era de Jerusalén. Ellos estuvieron en la cueva después del ocaso. Cuando entraron, vieron que el lugar estaba lleno de luz. Era tan intensa que no podían ver, era más brillante que el Sol. Jesús nació cerca de la medianoche. Durante todo el alumbramiento el lugar estaba lleno de incandescente luz. Luego decreció y pudieron ver a María con el niño en sus brazos lactando. La partera estaba muy agradecida por tener el privilegio de ser testigo. Dio alabanzas y gracias, y fue curada de una larga enfermedad por tocar al niño”.
La Gruta simboliza el corazón de cada uno de nosotros y está oscuro hasta que el Cristo o el Mesías interno nace en él, y se ilumina. La Madre María, Virgen e Inmaculada, es la Pureza de sentimientos que debe tener todo humano para que Cristo pueda nacer en nuestro corazón, además de ser el principio femenino de la Divinidad y la Llama Rosa del Amor Divino. San José representa el principio masculino de Dios, la fuerza de voluntad y el pensamiento que debemos tener, para seguir el Sendero de Ascensión que permita el nacimiento del Cristo Interior. Este nacimiento de Jesús en Belén es simbólico de cuando uno se inicia en los estudios y la práctica de la espiritualidad.
La mula y el buey son la parte animal en el ser humano, que ya no se pueden reproducir más, y están dóciles y postrados ante el hecho del nacimiento. Fíjense que ni el buey ni la mula pueden tener hijos.
Los tres Reyes Magos, son las diferentes razas y credos todo poderosas y reinantes en el mundo que pueden ser los negros, los blancos y mestizos, como también los árabes, judíos y cristianos, que no pueden seguir divididos y ya han ido inclinando el cetro de su poder y comando ante el poder de Dios, para realmente poder vivir en paz unos con otros. Los Reyes también representan los tres vehículos inferiores del ser humano: el físico, emocional y mental. El Oro, la Mirra y el Incienso que ofrecieron a los pies del recién nacido son: la riqueza, el poder y el orgullo material que es el oro transformado en el olor a santidad que debe tener todo hombre, y esto es la mirra quemada en el incienso”.
ESTRELLA SECRETA DEL AMOR
La Estrella, es la Estrella Secreta del Amor, símbolo de la aspiración espiritual que guía al ser humano por el sendero de la Verdad y que dicha radiación la podemos asociar a la canción “Oh Little Town of Bethlehem”. La Estrella del Amor todavía tiene su radiación activa en Belén en donde está su Campo de Fuerza y actividad, esperando que los seres humanos comprendan que, en cualquier contienda, guerra o división sólo hay perdedores, sólo se gana cuando hay unidad afectiva entre unos y otros.
Los valles y montañas que rodean a Belén son los altos y bajos de nuestra vida, antes de encontrar la realidad viviente de Cristo en nuestro corazón. Todos tenemos altos y bajos, los países también, pero por encima de esto, está la presencia de Dios que puede sostenernos en las alturas en medio de los más grandes conflictos.
Desde la Basílica de la Natividad se pueden observar los campos de los pastores, donde dicen que se apareció un Ángel. Los Ángeles son representación de todas las ideas y pensamientos positivos, bellos y espirituales de la humanidad que cantan: “Gloria a Dios en las alturas y Paz en la tierra a los hombres de Buena Voluntad”. Solo la Buena Voluntad de colaborar, no dividirse, trabajar juntos puede traernos la paz. Los pastores y ovejas son todas nuestras posesiones humanas guiadas por nuestras ideas, que ya están rendidas ante la Poderosa Luz de Dios. Esta es una frase de gran poder, ya que serán los hombres de Buena Voluntad los que salvarán a la humanidad, y traerán el Reino de Dios sobre la Tierra. Estos seres humanos están en todas partes, en cargos gubernamentales, dirección de institutos, maestros, médicos, ingenieros, artistas, haciendo manifestar el Plan Divino de Dios para los humanos que es: orden, sabiduría, amor, belleza y perfección en todas las manifestaciones de la vida”.
Libro "Caminando con la Biblia"
Por Rubén Cedeño